el triángulo de Penrose es una figura imposible
Mi hijo mayor estudia medicina y está cursando el primer año, entre las materias le tocó "Salud mental" donde también se habló del diálogo entre médico y paciente sin olvidarnos de los parientes o personas a cargo del paciente...
Cuando terminaron el año se les pidió que hicieran una monografía y él tuvo una muy buena calificación, la estuve leyendo y quería compartirla.
Por: Nicolás Agustín Mazzantini
Introducción
En esta monografía intentaré narrar lo
sucedido en la unidad de terapia intensiva en donde, luego de dos
oportunidades, logré suficiente información para generar una opinión con
respecto a la actitud de los médicos, los padecientes (los pacientes) y sus familiares
que ocuparían el lugar de un Otro, con el préstamo de cuidados necesarios para
su recuperación.
¿Es que acaso los lugares impuestos
por el discurso medico no pueden ser transgredidos?, ¿será que un cambio en
estos límites se podría considerar un
avance o una falla?, ¿todos los médicos son iguales?, ¿y los pacientes?. Es el
discurso una luz que nos permite forma una ética quizá, o es la ética que rige
acciones que forman un acto médico sostenido por un discurso que afirma saber,
y no solo saber, sino que crea, que afirma la verdad o mentira de los temas en
los que interviene. ¿Quién hace un bien?, ¿un bien según quien?, ¿hay acaso un
bien?, entonces debería haber un mal, ¿Cuál es su límite?, quizá sea el
mantener la vida, pero hasta que punto hay vida, y que se considera vida, es
algo que uno debe replantearse. ¿Es la idea biopolitica de la vida la
verdadera?, ¿Qué es la verdad?, ¿el médico la sabe?, ¿sabe como transmitirla?, será
que la incertidumbre es solo del paciente o ¿el médico también puede “no saber”?.¿
Podrá ser que en este trío, en este triángulo donde podríamos ubicar en sus
aristas al médico, al paciente y al familiar comparten caminos e intermedios?,
donde acaba uno y empieza el otro… bueno, pues no es tan simple aplicar un
discurso técnico a seres humanos complejos, pero en teoría no debería ser así,
¿o sí? ¿Es la transferencia un apoyo, una base que logra comunicar a dos
extremos reafirmando su posición o implica una flexibilidad en ellos y un
acercamiento?.
El médico se supone recorte zonas de
goce, zonas que la energía esta rodea, separándola, ¿pero acaso el tomar una
mano al compadecerse no la erotiza?.
El médico sana, eso es seguro, por
ello realiza traqueotomías, catéteres, coloca sondas, extrae sangre y termina
de descompensar al YO…¿hasta qué punto se cura sin invadir al paciente?, la
vida es el bien principal, el precio se debe decidir. ¿Acaso el médico se encarga
de curar el cuerpo imaginario?, ¿hay vida en un cuerpo biológico sin lo humano?,
¿Es el estabilizar al YO un fin en si mismo o un medio para poder tratar con
mayor libertad el cuerpo orgánico?.
¿Cuál es el lugar
del médico, cual el del paciente y cual el del familiar?
Unidad de Terapia Intensiva (UTI)
Eran las 12:45, la llegada a terapia
intensiva fue más compleja de lo que pensé, bajar un piso, pasar una escalera,
subir por otra cambiando de sector, atravesar un pasillo, y la puerta a la
izquierda; no quiero imaginar el estado de algún familiar que preocupado por la
situación del padeciente, es decir, del internado, se encuentre desde el
comienzo confundido con el contexto edilicio, aunque sea lo menos complicado
del proceso, puesto que es solo un problema personal, no hay interacción allí.
Al llegar me encuentro con un pasillo,
sillas a los lados, grupos de personas, no muy numerosas, pero aun en su corto
numero se notan diferencias importantes, sobre todo en base a las edades, a las
personas mayores se las nota mucho más preocupadas que a los más jóvenes o
niños, quizá por falta de entendimiento de estos últimos, o porque los que
tienen más años han vivido ya mas experiencias, han ya experimentado dolores, y
miedos, inseguridades, todo retorna en estos momentos, toda incertidumbre del
estado de ese familiar con el que tenía un nexo, del que tenía una idea, una
representación que ahora pudiera estar a punto de esfumarse.. o no, ¿será acaso
necesario el proceso de duelo?, su ser querido, a quien le ha otorgado parte de
su libido, parte de si mismo, es lo más parecido al “Gato de Schrödinger” que
hay por el lugar. Ese lugar, el contexto, bueno, en este caso no ayuda, y yo me
empiezo a preguntar, ¿Dónde comienza el “discurso médico”? es necesario acaso
que el primer elemento que aparezca sea el agente, o el contexto, sea este la
dimensión imaginaria es suficiente para empezar a condicionar al padeciente, e
insisto en que hablo del familiar. El contexto gris, lejos en el pasillo de las
ventanas, las puertas cerradas, enrejadas, carteles improvisados con
información coronan una antesala que prepara para cualquier mala noticia. Las
familias hablan en voz baja, algunos solo se mantienen en silencio, serios,
mirando la pared de enfrente, ocasionalmente el celular o el reloj esperando a
las 13:00 hs.
Finalmente dieron las 13:00, me dirigí
hacia la puerta, pero no reconocía el timbre, había más de uno, y rápidamente
una mujer se me acerca y me señala cual era el correcto, le agradezco y lo
marco; luego de unos momentos y de avisar quien era me dejan entrar, pero una
mujer, medico, me detiene, y me solicita que me vista el guardapolvo, supongo
que es una dimensión simbólica, esto me involucra en el discurso medico, me
proporciona una posición, claramente diferente a las otras tres que conforman
un triángulo social (Medico, paciente y familiar), yo me encuentro en una
cuarta posición, y aunque mi actitud deseable y esperable quedó explicada
explícitamente sería ingenuo pensar que cualquier presencia en el momento del
parte no tendría incidencia en la situación, aun cuando debiera quedarme en
silencio e intentar mantener una sobria inexpresión.
Se puede considerar que el factor
puramente humano, sus costumbres sociales, queda disminuido por una actitud
concebida dentro del acto médico, el cual claramente no se limita a el momento
de curación, pero al ser este mi primer año mi actitud era quizá más cercana a
la de los familiares que a la de los médicos, esto empezó a notarse cuando al
pasar cerca de una de las puertas (la sala de terapia intensiva era una
consecución de habitaciones unidas por un pasillo) una mujer saliera preocupada
por la actitud de su familiar enfermo, en ese momento había perdido de vista a
la medico, la cual se había dirigido hacia la ultima habitación, donde se
encontraba todo el personal de la unidad, pero yo me había retrasado y esta
mujer salió a interrogarme, me preguntó cuál era mi posición, mi lugar, ¿era
acaso yo un médico del hospital? Me consultó, pero rápidamente cambió su
parecer ante propios replanteos “No, no podes ser médico, sos muy joven para
ser medico… es que quería preguntarle algo a algún médico”, claramente aquí el
discurso medico estaba haciéndose presente, ese que dice que para que funcione
tiene que ejercerlo un medico, no es necesario que sea uno en especifico, pero
si alguien que encarne, que sea agente de ese discurso, y al que se le pueda
generar una transferencia, al que se le otorgue la confianza, los deseos e
inquietudes, con la seguridad de que sabrá y que lo que sabrá será verdadero,
verosimilitud otorgada por el mismo discurso. Luego de explicar que yo solo era
un alumno, la mujer me señaló que todos los médicos se reunían en el final del
pasillo, le agradecí con una sonrisa, y parecía interesada en iniciar una
conversación pero yo no podía corresponder ese deseo y debía llegar a la ultima
habitación. Una vez allí me presenté a los médicos, otro compañero ya estaba en
el lugar, cada uno se disponía a un lado de los marcos laterales de la puerta,
para no obstruir el paso, la habitación era pequeña, con una computadora donde
había gráficos de “camas” curiosamente los médicos presentes se referían a los
pacientes como “camas” o “el de la cama”, (acompañado de chistes, y lenguaje
vulgar), esto tenía dos explicaciones, la primera era el corto tiempo de
estadía de los pacientes, y la otra que los médicos “no debían encariñarse”, el
médico es un medio por donde el saber medico actúa y reside, pero no puede
solamente actuar así, la vida, la humanidad persiste, sino sería un “médico
ingeniero” el cual no tomara en cuenta la transferencia, y eso no sería
correcto… claro, según la ética médica, quedará en la moral de cada uno
analizar esta postura, ¿es que siempre el médico sabe cuál es su lugar y no lo
cambia?, ¿siempre el contractual prevalece?, ¿no sería acaso correcto afirmar
que el médico “contractual” es una lucha constante del hombre por mediar entre
el tipo de medico “ingeniero” y el “colega”?. La risa, casi a carcajadas, la
poca consideración en las charlas por el nombre de las personas, ese nombre que
tiene peso propio, quizá sea que al nominar se crea una persona, y no solo se
trata con un cuerpo que debe ser curado o puede “dejar de funcionar”, sino que
se trata de un ser, de una persona, con un universo simbólico, ¿cuan fuerte es
alguien para aguantar toda la carga de una vida sobre sus hombros?, lo vi
sufrir, ocultarlo, tener que lidiar con la muerte, los actos fallidos, las
risas nuevamente, los silencios, las dudas, las fallas en el aparente omnisciente
discurso medico, vi al padeciente quedarse callado unos momentos, y por
supuesto, con “el padeciente” me refiero al médico. ¿Qué cuerpo tratan los
médicos? según Freud el cuerpo no se tiene desde el nacimiento, se constituye,
entonces, ¿cuanto de los médicos se entrena para curar cada cuerpo? Es que muy
poco se logra en materia del cuerpo imaginario, pero en ese momento poco
importaba, el cuerpo orgánico debía salvarse, el médico casi que se desligaba,
parte por deseo, parte por incapacidad humana de cargar con cuerpos y psiques simultáneamente.
En ese momento una de las medicas se
levantó y nos dijo que la acompañáramos, “vamos chicos, vengan por acá así
damos los partes”. La acompañamos, en la primer habitación había un hombre
mayor, el cual tenía una discapacidad mental, ¿Cómo se genera una transferencia
en este caso? Casualmente la mujer mayor que me había interceptado apenas entré
era la pariente de este señor. Nosotros, los alumnos, íbamos intentando evitar
molestar y movernos por la habitación para no interferir, pero la mujer
intentaba entablar una charla, y era curioso, porque era ella quien lo nombraba
al paciente, quien le recordaba quien era, y que debía hacer, era quien lo
acompañaba, quien lo retaba y quien sabía cómo tratarlo, le sostenía la mano,
se la presionaba, se la erogenizaba, se volvía un Otro, lo intentaba hacer
descansar, revisaba que se hubiera tomado, o comido lo necesario, que no
hiciera problemas con las sondas, era quien lo curaba, claro que cuando hablo
de quien “cura” hablo del familiar. Yo logré ubicarme a la derecha del
paciente, mirando lo que él veía día tras día, y era una pared blanca, solo
eso, pero ante mi primera idea, negativa, con respecto a la poca estimulación y
el desanimo que puede causar una pared “con sobria inexpresión” decidí cambiar
mi juicio al ver a la espalda del paciente, una escena que habría inspirado
libros de espanto, los cables colgando, los tubos plásticos, las maquinas,
sogas, y otros elementos de emergencia hacían sumamente deseable el mirar
aquella pálida pared. El paciente se veía descontento, los médicos hacían todo
lo posible por hacerle un bien, y el verlos nos lleva a pensar que según la
medicina, el médico es quien sabe, con una concepción casi biopolitica, todas
las personas por igual, las mismas acciones le hacen un bien, cada signo es un síntoma
para todas igual, ¿pero cuanto del saber del paciente se toma en cuenta?, aun
con mi opinión a favor de la internación en casos de posible (probable)
recuperación si se recurre a esas prácticas, siempre se está jugando con el
pensamiento “sacerdotal” del tipo de médico, lo cual nos lleva a pensar y a
entender por que el “hacer el bien(Beneficencia)” y “autonomía (libertad del médico
de decidir)” podrían ser consideradas secundarias, ¿hacer el bien en base a la
idea de quién?, en base a la ética médica, es lógico, pero ¿no hay acaso muchas
“éticas” diferentes? La ética del paciente, donde se considera su libertad de decidir
sobre si mismo ¿debería tomarse en cuenta?, al parecer es así y por eso es
justo y equitativo el “primero no hacer daño”, es quizá una diferencia de
interpretaciones, el médico sabe más que el paciente sobre su cuerpo físico,
orgánico, pero el paciente que se queja, que siente dolor, un dolor que
conmociona el YO, un dolor en su cuerpo imaginario, su cuerpo no era así, él
decide sobre su cuerpo, pero de cual hablamos es el dilema, ¿puede acaso
dividirse el cuerpo orgánico del imaginario? Puede el dolor ser independiente
del otro en ciertos casos, pero la psique está contenida en un cuerpo físico y
esto hace que las autonomías generen una danza que siempre acaba en un
desencuentro, desencuentro porque el saber medico no es completo, desencuentro
porque el saber humano no es completo, porque son dos personas separadas, ¿es
que acaso no entendemos que cada uno de nosotros es un individuo independiente
y separado de los demás? ¿Es que la acción de corte de la palabra del padre jamás
se completa del todo?, rozar la psicosis. Debemos saber que no toda demanda
será satisfecha, pero también no toda demanda representa realmente lo que el
paciente quiere o requiere, pero acaso ¿el médico se sabe expresar de forma adecuada?
Quizá no puede aplicarse correctamente el segundo tiempo Lacaniano de acción
“comprender”, porque el lenguaje tiene sus límites, tiene lugares donde no
puede expresarse, ¿aumenta esto la angustia, o la genera? Esta energía que no
puede expresarse pero se une al aparato psíquico y no tiene objeto, esa energía
que generaba que a los familiares que se les informaba del pronto fallecimiento
de sus “pacientes” no podían expresarse, ¿Qué objeto es la muerte?, si no tiene
representación inconsciente, ¿Cómo se une al aparato psíquico?, ¿Cómo se
reprime un dolor sin representación?…Por supuesto, cuando me refiero a quien
intenta tener una transferencia por su malestar, para con el médico me refiero
al familiar… aunque debería ser el paciente, o me puedo referir al médico para
con el paciente, ¿o será que el paciente solo es un demandante?, el segundo
paciente era una chica con un respirador, tenía un problema respiratorio
crónico, que no parecía grave, pero nunca podía quitársele el respirador puesto
que volvía a desencadenar un problema mayor, hace ya mucho tiempo que ella
estaba allí, ella demandaba el poder respirar por su cuenta, pero también los
médicos ejercían una demanda sobre ella, “no te esfuerces mucho ahora,
descansa, vamos a intentar después que respires un poco mas por tu cuenta, pero
no tanto como queres, vamos a ir despacio” al parecer la mujer jamás se
recuperaría, aunque los médicos querían que viviera lo mejor posible el tiempo
que pudiera, pero, ¿es ético no decirle la verdad a un paciente?, y eso nos
remonta a un interrogante mayor ¿Qué es la verdad?, que asegura que el
pensamiento o la idea del médico sea segura, sabemos que el discurso le da
verosimilitud, pero eso no lo vuelve completamente efectivo, ¿hay una forma de
decirla?, ¿acaso sabe el médico la verdad?, muchas veces el médico no sabe como
comunicarla, pero tampoco el receptor sabe como sería la mejor manera de
haberla sabido(recibido), hay pacientes que dominan su cuerpo imaginario, pero
solo asumen su enfermedad cuando esto afecta a su cuerpo físico, recordemos que
“el cuerpo físico solo llama la atención cuando causa placer o dolor”, pero la
ética del paciente establece claramente que debe ser informado, aunque cabe la
duda, ¿todos los pacientes quieren saber?, ¿y los familiares?, las experiencias
que tuve que vivir me demostraron que no se pude hablar con todos los
familiares, ni pacientes igual, y no solo por su conocimiento técnico medico o
la falta de tal, sino porque muchos se resisten a aceptar, o algunos asumen
cosas que el médico no ha dicho. He visto a los médicos cambiar de actitud con
cada paciente o familiar, y emular los cuatro “tipos de medico” en un mismo
parte, siempre intentando compatibilizar lo mejor posible con los pacientes o
familiares para que la transferencia sea lo más clara posible, lo mejor
recibida y las demandas lo mas “correctamente” cumplidas, pero esto no asegura
una completa comprensión, debemos aceptar, que como la primera desilusión, el
primer corte de realidad utópica y de idea de situación completa, la metáfora
paterna nos deja un “no todo lo que digas será entendido y respetado” en esta
situación, pues el paciente no querrá o no podrá respetar toda la idea del médico,
idea que tampoco es completa, como la verdad que quiere comunicar. ¿Es acaso la
verdad solo comunicar cual es el padecimiento? Claro, me refiero al
padecimiento físico, el cual desencadena un padecimiento psíquico, tanto en el
paciente como en el familiar, y aunque su entrenamiento lo haya preparado para
esto, un padecimiento psíquico también en el médico.
Luego pasamos a una habitación donde
se encontraba un hombre muy anciano, no estaba consciente, tenía un tumor
maligno y su situación, su resolución en el fallecimiento era inevitable, lo
curioso es que mientras la mayor parte de su familia fue a ver a la medico y
escuchar el parte, una mujer se quedó con él, le hablaba, le acariciaba la
frente, estaba vestida íntegramente de blanco, le tocaba los brazos y hacía
movimientos y gestos similares a los de una enfermera, entonces a la salida le
consulté a la médica sobre ella y me mencionó que no era enfermera, que solo
era la hija, pero que casualmente era la que no quería “dejarlo partir”, aunque
el padre sufría y ya era irreversible. Lo que menos interés me causó fue una
posible leve identificación con una enfermera, pero su deseo de preservar al
objeto que había envestido libidinalmente era superior a la idea racional de
que su padre no despertaría del coma inducido y que moriría igual, aquí se pone
en duda la ética del paciente ya que no puede tomar decisiones por su persona,
y se nota en gran medida el rechazo a la muerte, esa muerte que antes era la
consagración de una vida, era una despedida tranquila en el hogar y hoy es un
elemento de temor, del que uno quiere deshacerse, el que la sociedad implica
ocultar, no realizar duelo, no sufrirlo pero tampoco consagrarlo, hoy la muerte
se debe ignorar, incluso negarla, negar el propio sufrimiento y las
consecuencias sociales al punto de prevalecer esto por sobre cualquier deseo
del paciente, pero ¿cuánta culpa tiene el familiar?, reitero, ¿“hacer un bien”
según quien?, ¿Cuánto miedo se tiene al duelo?, ¿Cuánto al dolor? ¿Cuánto deseo
de no tener que afrontar ese ánimo triste, y empobrecimiento del mundo?, ¿cuál
es el peso de, y me refiero al familiar, acabar uno con una vida, no solo un
cuerpo, sino dejar ir a un universo simbólico?¿no se ah ido aun?, ¿cuán fuerte
es alguien para aguantar toda la carga de una vida sobre sus hombros?, y además
dejar ir y tener que recuperar parte de su vida, su energía que dejaron en el
otro envistiéndolo, o que dejaron en su representación del otro… ¿es el amor
egoísta o acaso se debe elegir entre uno o el otro?, ¿será por ese
empobrecimiento del mundo que los médicos no pueden unirse libidinalmente con
sus pacientes? El trabajo de duelo es demasiado complejo para tener que
afrontarlo a cada momento, demasiado para cualquier persona y claro, me refiero
a los médicos. El afecto se padece.
El último de los pacientes que me tocó
visitar había tenido un accidente, y tenía algunas complicaciones
respiratorias, además tenía heridas en su cuerpo… hago especial hincapié en la palabra
“tenía” ya que la medico que nos hiso recorrer las habitaciones lo mencionaba
mucho, y así como al primer paciente lo trataba como si fuera un niño que se comportaba
mal, a esta última mujer la trataba como una niña que se comportaba
correctamente. La expresión “tener” hace alusión a que uno no reconoce como
propio una herida, o una parte de su cuerpo herido, Lacan habla de un cuerpo
reflejado en el espejo (cuando niño) que uno adopta como propio, un cuerpo que
no se corresponde con el real, porque cada parte del cuerpo pulsa para
satisfacerse, demostrando ser un cuerpo fragmentado, que difiere de cuerpo
unificado del espejo, y considero que no es casualidad que en el momento en que
se identifica la transición de cuerpo desunido a idea (imaginario) de cuerpo
unificado se sienta regodeo en la mirada de afirmación de ese Otro de los
primeros cuidados, y es en este momento, donde el cuerpo físico duele, que se
carga de energía libidinal las heridas, que pulsan, que uno tiene un nuevo
desfasaje entre su cuerpo imaginario unido y su cuerpo orgánico fraccionado,
incluso, su cuerpo imaginario se desune al verse afectado al YO que quiere
eliminar la zona herida de su cuerpo y lo reconoce como extraño, que se desee
la presencia de Otro a su lado. Esta mujer estaba en un proceso de
recuperación, y quería hablar pero el respirador provocaba que apenas pudiese
modular y producir silbidos que tenían que ser interpretados por los médicos,
pero esta seguridad de que el médico entenderá y ayudará, lo que dijo y lo que
siente es un consenso, también dado por el discurso medico, que le atribuye al médico
este saber y poder para ayudar; también se pudo notar un alivio y hasta una
superación de la mujer la segunda vez que fui ya que en la vez primera se le
había dicho que “tenía”, un nombre, eso es todo lo que se necesitaba para
crear, para transformar de una incógnita a algo definido, con limites, con un
final, con conocimiento de que es, se crea y empieza a tratarse, la
predisposición del paciente al tratamiento mejoran, la incidencia de la mente
sobre el cuerpo, como así el cuerpo había incidido sobre la mente para
descompensar al YO, así es que la mente actúa mejorando la recuperación, lo
biológico y lo humano no pueden separarse, pero son dos cosas distintas y aquí
quedó demostrado. Pero esta pareja tenía otro problema y era uno legal, los médicos
complicados daban vueltas derivándose papeles a firmal con problemas legales
por un tema de trabajo de la paciente, esto nos lleva a notar que el médico
tiene demandas no solamente del paciente, y la ciencia, sino demandas legales,
demandas sociales, demandas del mercado y de otras ¿Como debería responder el médico
a las demandas? Uno podría decir “siendo honesto, con base, donde se apoya el
discurso medico que es su conocimiento y técnica, y utilizando del mercado su
tecnología” pero ya hemos notado que no hay una verdad, el médico no la
entiende por completo, no es perfecto para transferirlo y el familiar no lo es
para entenderlo, así como no entiende el médico la verdad que el paciente le
intenta transmitir, la transferencia por estructura es imperfecta y deparará en
un desencuentro; también hay que admitir que el conocimiento científico, el
conocimiento medico es incompleto, la técnica, y la tecnología del mercado es
limitada, y responde a los intereses del mismo mercado, prevaleciendo aun ante
los deseos del médico, es acaso el médico el que confía sus intereses, deseos y
expectativas en que recibirá ayuda de un mercado que responde a lo que a este
le parece mejor “¿mejor a los ojos de quien?”, pues quien hace una
transferencia, es el médico, no es entre persona, sino entre agentes de
discursos diferentes, ¿¡cómo no habrá desencuentros si dentro de un mismo
discurso ya los hay!? El mercado responde ante todos los médicos igual, como la
ciencia espera que el médico haga con sus pacientes, la abstención del médico
con su paciente es un arma doble, por un lado protege al paciente, ya sea por
una abstención sexual con los cuerpos, como una abstención a violar la
privacidad u opinión, todo esto crea un buen nombre, respetable en los médicos,
pero también es servil a ellos, ya que su abstención también implica el no
relacionarse con sus pacientes lo cual les evita el sufrimiento de perderlos,
el trabajo de duelo, o el tener cualquier complicación que involucre una
conexión que pueda perderse, algo a lo que la gente normalmente aspira.
Los familiares consultados tuvieron diversas
reacciones, esto muestra lo impredecible de “la verdad” y de cómo comunicarla,
de tener que ir cambiando el relato a medida que se interpreta las acciones o
gestos de las personas, de las cuales algunas bajaban la mirada, otras miraban
de frente, algunas entendían a la perfección el lenguaje medico, otras pedían más
explicaciones, la mayoría agradecían, otros se retiraban en silencio luego de
escuchar, y una familia pidió quedarse un poco más de tiempo pensando en que
podían ser sus últimos momentos, pero aunque en diferentes niveles, a todos se
les notaba un ánimo triste, una importancia única al objeto perdido o que ya no
era “como ellos recordaban” porque perder al ser imaginario, a su
representación del familiar es también razón para hacer un duelo.
Finalmente pasamos por dos
habitaciones donde había pacientes, y a donde no ingresamos ya que sus
familiares no habían asistido, y antes de retirarnos ingresaron de sorpresa con
una mujer mayor a la cual internaron, aun prevaleciendo el acto de curar por
sobre la humanidad de la ahora paciente la desvistieron y entubaron, luego fue
tapada, pero aunque algunos médicos realizaban el trabajo de internación, otros
presentes se limitaban a “alentar” y tranquilizar a la mujer, a acompañarla.
Casualmente al tiempo que ingresaba la
mujer, entro un medico con comida, la costumbre de lidiar con pacientes en tan
malas condiciones provocaba que se lo tratara con normalidad, efecto necesario
para el correcto ejercicio más técnico y eficiente de la cura del cuerpo orgánico,
tanto así que la medico que nos acompañó y dio los partes salió de la sala con
los guantes llenos de sangre, se los sacó y descartó, lavó sus manos y a los
pocos segundos estaba comiendo con total naturalidad, intentando ignorar todo
lo que acababa de hacer, y es lo mejor que puede hacer el médico para seguir
siendo un miembro funcional.
La salida de allí fue más difícil de
lo que imaginé, la puerta a la derecha, atravesar un pasillo, cambiar de
sector, una escalera, subir un piso, bajar varios y salir, no quiero imaginar
el estado de algún familiar que preocupado por la situación del padeciente, es
decir, del internado, se encuentre desde el comienzo confundido con el contexto
edilicio, o de cualquiera, aunque en mi caso sea lo menos complicado, puesto
que ya había superado la parte social, y esto era un problema personal, sin
interacción allí.
Conclusión
¿Cuando el médico es médico, el paciente
el padeciente y el Otro está en la familia?, ¿Será que acaso el médico no puede
limitarse a acompañar, o sufrir, sentir dolor, requerir compañía y sostén en un
mal momento mientras ejerce su profesión, acaso no puede padecer?, ¿No
participa el paciente ciertamente en su curación y no puede tranquilizar y
acompañar a su familiar asustado?, ¿Será acaso que el familiar no puede
sentirse mal, verse afectado, en la incidencia de la mente sobre el cuerpo, y
no puede padecer la enfermedad de su ser querido, o no puede curarlo, dándole
la medicación recetada, cuidándolo, y controlando o dando aliento?, este
trabajo comenzó como una búsqueda personal a reafirmar las posturas teóricas,
divididas de el médico, el Otro que cuidaba al padeciente en la familia y un
paciente que padecía, que “tenía” una enfermedad, pero lejos de eso hay una
gama de grises, y lugares donde características de uno las adopta otro miembro
del triángulo antes citado, donde se mezclan los lugares, y todos dan más o
reciben más, expanden sus límites mas allá de la teoría, rompiendo las barreras
del discurso medico, excelente en utopía pero vacilante en realidad, cediendo
ante las imperfecciones humanas, ante la superación humana y sus flaquezas.
Al igual que el triángulo de Penrose
lo limites que parecen separados terminan en un extremo diferente al que
empezaron y donde se supone deberían quedar. En este texto habremos encontrado
frases repetidas, pero en diferentes agentes, posturas que parecerían
corresponder a un personaje de esta trama, pero que se encuentran actuadas por
otros, por citar algunas “claro que cuando hablo de quien -cura- hablo del
familiar”, “con -el padeciente- me refiero al médico”, “cuando me refiero a
quien intenta tener una transferencia por su malestar, para con el médico me
refiero al familiar… aunque debería ser el paciente, o me puedo referir al médico
para con el paciente”, “¿cuán fuerte es alguien para aguantar toda la carga de
una vida sobre sus hombros?”.
El médico no debe desplazarse al
lugar del paciente, debe respetar su lugar, pero no si a cambio niega la
transferencia y descarta por completo la empatía, el conocimiento de la persona
del paciente, no de su cuerpo orgánico, nos demuestra que es lo que hay que
tratar, no con que, sino con quien, son dos personas con un discurso, una
articulación y un posicionamiento de por medio. Todo es bueno en equilibrio.
Todo hombre puede ser paciente ante
las adversidades, y se necesita ser paciente para volverse medico, pero un
medico debe saber que no por medico deja de ser hombre.
Bibliografía
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-“El campo de las actitudes ante la muerte en las sociedades occidentales” Aries, P.
-“Duelo y Melancolía en Freud” - Barón, G.
-“Duelo y Melancolía” - Freud, S.
-“El dolor y la incidencia de lo psíquico en el dolor físico” - Barón, G.
-“Inhibición, síntoma y angustia” - Freud, S.
-“Punto C: Angustia, dolor y duelo.” - Addenda
-“El cuerpo” - Dobón, J.
-“ El hombre frente a la muerte” - Allegro, F.
-“La Muerte” - Verde
-“El nacimiento de la clínica” [Prefacio, Cap. 5 y 6] - Foucault, M.
-“Michael Foucault: El nacimiento de la clínica” - Waingarten, S.
-“Ateneo Clínico: La actitud ante lo médico” - Waingarten, S.
-“La relación médico paciente” - Barón, G.
-“Las consideraciones de un lego sobre la veracidad en medicina” - Cousins, N.
-“Modelos para una medicina ética en una época revolucionaria” - Veatch, R.
-“La comunicación de la verdad” (La paciente afectada de cáncer ginecológico)
-“Acto médico” - Barón, G.
-“Juramento” - Tratados Hipocráticos
-“Juramento hipocrático” - Dobón, J.
“Ética de la salud” – Berlinguer
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